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El Nacionalismo palestino frente al Estado de Israel ? El sufrimiento como identidad (página 2)




Enviado por Andr�s Criscaut



Partes: 1, 2

Un pueblo sin
líderes

Antes de la Primera Guerra
Mundial existía una identidad
arraigada que cementaba en términos pre-nacionales a la
población con la región: una
percepción de Palestina como lugar sagrado
para musulmanes y
cristianos, como centro de peregrinaje y de codicia para los
europeos, dentro de una tradición política de
patriotismo local. Esta identificación con el pueblo o la
aldea nunca ha desaparecido del todo en las múltiples
identidades árabes de la zona, a tal punto que muchos de
los palestinos de los campos de refugiados aún siguen
identificándose con los lugares de donde fueron expulsados
sus padres o abuelos, pese a que jamás hayan estado
allí y que muy probablemente ya ni siquiera
existan.

Pero varios cambios políticos producidos en las
décadas de 1920 y 1930 impondrían un fuerte viraje
de adaptación y de reorganización identitarios en
la región para todas las colectividades árabes.
Durante la Primera Guerra Mundial,
Inglaterra
venció a los turcos otomanos en Medio Oriente gracias al
apoyo de los rebeldes árabes, a quienes prometió
como contrapartida la creación de un gran Estado
árabe independiente. Sin embargo, los acuerdos con los
franceses tenían prioridad. En 1920, Francia
expulsaba de Damasco al rey Faysal, poniendo fin al sueño
de una "Gran Siria" (Siria, Jordania, Líbano y Palestina),
al que muchos de los incipientes nacionalistas palestinos
adherían con fervor. Dos años después, los
ingleses pusieron en práctica lo que se puede considerar
la primera división de Palestina, creando un gobierno de
beduinos hashemitas semi autónomo, pero funcional a los
intereses de Londres, al otro lado del río
Jordán.

Así, donde antes no había casi
diferencias, ahora existían fronteras, pasaportes, visas,
monedas y aduanas. Donde
antes había una población árabe casi
indiferenciada, ahora había sirios, transjordanos y
judíos.
Los árabes de Palestina, tanto urbanos como campesinos, se
vieron por primera vez solos y ante una colonización
judía que creció de 12.500 personas en 1932 a
66.000 en 1935, cuando se intensificó la huída de
la Alemania
nazi.

Entre 1936 y 1939 se produjo una revuelta
espontánea –similar a la ocurrida en la
última década con las dos Intifadas
compuesta básicamente por campesinos y marginados de los
centros urbanos, conocida como la Gran Revuelta árabe de
Palestina, y que tomaría por sorpresa a la pequeña
elite de dirigentes palestinos (sólo un 9% participaron, y
menos de un 5% digirió acciones
armadas o de guerrilla) (3).

El levantamiento, si bien fue disparado por los
desafíos y las inequidades ante el creciente enclave
judío en el Mandato, tuvo una orientación
abiertamente antibritánica, ya que la Corona era
responsable directa de ese desequilibrio. Pero en su etapa final
terminó siendo una verdadera guerra civil
entre palestinos (4). La revuelta puso en serios aprietos a
la
administración del Mandato, que desplegó
más tropas en la pequeña zona de Palestina que en
todo el subcontinente indio.

A pesar de obtener una restricción limitada de la
migración judía por parte de
Londres, la revuelta resultó en un fracaso total desde el
punto de vista palestino: la represión británica,
una de las más brutales de todas sus colonias, dejó
un saldo de 5.000 muertos (10% de los varones adultos), entre 15
y 20.000 heridos y la casi total desaparición y destierro
de los líderes urbanos y dirigentes campesinos. A su vez,
ratificó para los británicos la imposibilidad de
ejercer el mandato por mucho tiempo
más bajo esas condiciones, mientras que para los
judíos constituyó la certeza de que no
habría posibilidad alguna de evitar el conflicto con
los árabes. Este fue el primer paso para la
militarización de la sociedad
judía, que tras la revuelta mantendría a más
de 15.000 personas entrenadas en la disciplina
militar y con experiencia en la logística del combate.

Durante la revuelta, los líderes campesinos
palestinos obligaron a usar en las "zonas liberadas" la
kafiya (el pañuelo negro y blanco que diferenciaba
a los campesinos de las montañas de la elite ciudadana,
que usaba el fez o sombrero redondo otomano),
posteriormente utilizado como símbolo por excelencia de la
identidad palestina. Como explican los historiadores Baruch
Kimmerling y Joel Migdal: "En el momento en que la
política británica estaba tomando
decisiones cruciales para el futuro de Palestina, los palestinos
se encontraron a sí mismos sin los grupos que
habían definido hasta entonces su sociedad, que
habían modelado el movimiento
nacional, o que habían sido los portavoces de sus asuntos
locales e internacionales. La dirigencia había comenzado
un exilio que duraría hasta hoy" (5).

Otra de las características que
perdurarían por mucho tiempo fue que, a partir de ese
momento, los británicos dejaron de negociar directamente
con los palestinos y comenzaron a tratar el conflicto local a
través de los gobiernos árabes de los países
vecinos. La representación palestina se encontró
entonces ante un vacío de líderes, que fue llenado
con árabes no palestinos. Esto sería una constante
en varias etapas de la historia palestina, en las
cuales las elites dejaron en manos "extranjeras" varios elementos
cruciales de su destino. Como ejemplo, la "opción jordana"
(una posible solución con Israel a
través de la mediación de Amman), recién
finalizó en 1988, cuando Jordania dejó de reclamar
la soberanía sobre Cisjordania.

De derrota en derrota

 Cuando Naciones Unidas,
inaugurando una línea política de resolución
de conflictos a través de la división
India-Pakistán, Corea, Vietnam, etc.
– decidió la creación de dos Estados, uno
judío y otro árabe, en el territorio de la
Palestina británica, la suerte ya estaba quizás
echada. El historiador israelí Benny Morris
denominó al período que va de 1937 y 1948 "la
neutralización política y militar de los
árabes de palestina" (6). En 1947, cuando llegó el
momento de luchar para llenar el espacio de poder dejado
por los ingleses, los palestinos ya eran un pueblo derrotado, con
una marcada desventaja frente a la estructura
casi estatal y muy bien organizada de los
judíos.

Ese año, gran parte de los 1,3 millones de
árabes de Palestina se convirtieron en refugiados y/o se
vieron afectados por la primera guerra
árabe-israelí.

En 1948, siguiendo un arreglo tácito entre el rey
de Jordania y el gobierno judío, las tropas jordanas
invadieron la margen occidental del río Jordán,
conocida como Cisjordania, y núcleo central de lo que
debería haber sido el Estado de
los árabes de Palestina. Por su parte Egipto se
apoderó de la franja de Gaza. Para los israelíes,
1948 fue el año en que los judíos ganaron la
"Guerra de la Independencia"
y crearon el Estado de Israel. Para los palestinos, fue el
año de la Nakba (El Desastre), el año que
perdieron Palestina y su sociedad fue devastada.

Entre 1948 y 1964, cuando se creó la
Organización para la Liberación de Palestina
(OLP), muchos llegaron incluso a creer que los palestinos
habían desaparecido del mapa político como actores
independientes, e incluso quizás como pueblo. Sin embargo,
la derrota del ’48 inauguraría una
nueva cultura del
refugiado y de la dispersión conocida como Ghurba,
la fantasía de un Paraíso Perdido, de una vida
pueblerina apacible volatilizada; la de ser simples
víctimas de una conspiración internacional. Esto
sería un nuevo factor que redefiniría a los
múltiples fragmentos de la comunidad
palestina: los refugiados en los campos de Naciones Unidas; los
que fueron "jordanizados"; los que permanecieron en Cisjordania,
o los que se transformaron en
palestinos-israelíes.

Esta traumática y prolongada experiencia los
identificaría con la visión común de una
realidad de sufrimiento en el exilio y de un destino de
redención y justicia
puesto en el retorno al Paraíso Perdido. Como aclara el
historiador Rashid Khalidi: "lo que ahora los palestinos
comparten es algo mucho mayor de lo que los separaba: todos han
sido desposeídos, ninguno es dueño de su destino,
todos están a merced de autoridades hostiles, distantes y
frías. Si hasta 1948 la población árabe de
Palestina no había estado segura de su identidad, ahora la
experiencia de la derrota, de la privación y del exilio
garantizó que ellos supieran muy pronto lo que significa
su identidad como palestinos" (7). Así quedó
inaugurada una nueva narrativa histórica que haría
de toda derrota o error un triunfo y, en cierta medida,
absolvería a los palestinos y a sus dirigentes de
cualquier tipo de responsabilidad sobre su propio destino. La
imagen
recurrente de esta nueva etapa es la del sumud; el que
resiste.

A partir de ese momento las colectividades palestinas
dispersas y fragmentadas se vieron ante el desafío de
forjar estructuras
institucionales representativas, pero siempre sometidas a
poderosas fuerzas centrífugas o de
"despalestinización". Las dos primeras son las que
afectaron al casi 80% de la población palestina que
permaneció, de alguna u otra manera, dentro de los
límites
de la Palestina del Mandato.

Los palestinos israelíes fueron sometidos a un
férreo sistema de
"judaización", de control y de
cooptación. Con una evolución marginal dentro de la sociedad
israelí, en cierta medida lograron articular, a
través del Partido Comunista Israelí, la idea de
ser parte de la causa palestina, pero siempre dentro de su
intento por alcanzar todos sus derechos dentro de la
sociedad israelí (8).

Por su parte, Amann pondría en práctica
durante sus casi 20 años de control en Cisjordania un
fuerte aparato para evitar el nacionalismo
palestino y "jordanizar" a los palestinos, que forman casi un 75%
de la población total del reino hashemita.

Pero el gran reservorio identitario será
preservado en las particulares características de la
sociedad de los campos de refugiados. Una nueva generación
de palestinos será formada a través del patronazgo
de Naciones Unidas, en donde un sistema
educativo que en 1980 cubría a casi el 95% de los
niños y
empleaba en su gran mayoría a palestinos, generará
una nueva clase
dirigente altamente politizada, dinámica y con una gran noción del
poder de la educación y los
medios como
factores de concientización.

Al universo
simbólico palestino de desarraigo, resentimiento y
desesperanza, se agregarán la imagen del fedayin,
el guerrero mártir, así como la posterior
representación del shahid o niño de las
piedras de la primera Intifada. A su vez se irá formando
en la diáspora palestina en los países
árabes una clase dirigente de profesionales que
logrará, con el tiempo, canalizar políticamente a
las sociedades de
refugiados.

La construcción de la
unida

 Cuando en 1968 el grupo Fatah de
Arafat, una de las tantas organizaciones
guerrilleras que luchaban por la causa palestina, toma la
dirección de la Organización de Liberación Palestina
(creada por la Liga Árabe y por el presidente egipcio
Nasser como una fachada para enfrentar indirectamente a Israel y
también testear el compromiso del "britanizado" rey de
Jordania con la causa del panarabismo), comenzará la
institucionalización definitiva de la identidad
palestina.

Varios fueron los factores que hicieron de Fatah-OLP el
único representante de los palestinos. El primero, la
presentación de una plataforma política lo
suficientemente amplia y difusa como para aglutinar al amplio
abanico de actores y estamentos de las comunidades palestinas:
desde ricos comerciantes en Jordania hasta guerrilleros
maoístas en el Líbano, pasando por
paupérrimos refugiados en Gaza, estudiantes universitarios
en El Cairo o campesinos en Cisjordania. El segundo, ser la
primera organización en tener como prioridad única
y particular la liberación de Palestina y el retorno de
los refugiados, idea a contracorriente de la gran unidad
árabe del momento.

Pero, paradójicamente, el gran catalizador y
homogenizador de la identidad palestina sería la victoria
israelí de 1967 en la "Guerra de los Seis Días"; la
humillación y la evidente ineficiencia de los gobiernos
árabes. Tras la invasión de Gaza y Cisjordania
(llamada por los palestinos la Naksa, La Tragedia), los
israelíes pondrían nuevamente a la gran
mayoría de la sociedad palestina bajo una misma unidad
administrativa, tras dos décadas de separación. Un
año después de la derrota del ’67, la OLP,
con la ayuda del ejército jordano, logró derrotar a
los israelíes en un enfrentamiento en un campo de
refugiados: en la "batalla de Karama" la OLP logró el
reconocimiento y la adhesión de casi todas las
colectividades palestinas.

La historia palestina seguiría su curso con
importantes fluctuaciones (acuerdos de paz; reconocimiento de
Israel; declaración de independencia; aceptación de
un Estado sólo en Gaza y Cisjordania; creación de
Estados dentro de Estados en Jordania y Líbano; apoyo a
Saddam Husein; Intifadas; surgimiento del islam
político, etc.) pero ya no habría dudas de
qué es ni quiénes son los palestinos.

Pero hablar de "Catástrofes" y "Tragedias" -sin
duda las hubo para los palestinos- es también entender la
historia como un desastre natural que simplemente acontece, libre
de cualquier tipo de responsabilidad y dimensión humana.
Los palestinos existen, pero lo que aún no queda tan
claramente definido, más allá de su narrativa
"quijotesca" o su panteón de heroicas derrotas, es la
"dimensión" que tendrá su identidad. Les queda el
desafío de demostrar que, así como han dado un
claro ejemplo de la posibilidad de estructurar una identidad no
"a pesar" sino "gracias a" los intentos de evitar y silenciar el
surgimiento nacional, también son capaces de mostrar
cómo y qué implica construir un nuevo país
en el mapa del siglo XXI. A.C. © LMD ed. Cono
Sur

 1 Dos de los diarios más importantes que
fomentaron el nacionalismo palestinos, Filistin y
al-Karmil, fueron fundados, dirigidos y escritos
mayoritariamente por árabes palestinos
cristianos.

2 Ilan Pappé, A History of Modern
Palestine
, Cambridge Univesity Press, Londres,
2004.

3 Bayan Nuweihid al-Hout, "The Palestinian Elite during
the Mandate Period", Journal of Palestine Studies, nº
9, Berkeley, 1979.

4 Baruch Kimmerling y Joel Migdal, Palestinians: The
Making of a People
, New York Free Press, Nueva York,
1993.

5 Ibid.

6 Benny Morris, The Birth of the Palestinian Refugee
Problem 1947-1949
, Cambridge University Press,
Londres,1987.

7 Rashid Khalidi, Palestinian Identity, The
Constructions of Modern National Consciousness, Columbia
University Press, Nueva York, 1997.

8 Joseph Algazy, "El traumatismo persistente de los
árabes-israelíes", Le Monde diplomatique,
edición
Cono Sur, Buenos Aires,
octubre de 2005.

Anexo

 

 

Autor:

Andrés Criscaut

Periodista especializado en política
internacional. Colaborador en Israel y Palestina de Amnesty
International, Rabbis for Human Rights y Machsom Watch durante el
año 2007.

Le Monde Diplomatique – Mayo 2008

Partes: 1, 2
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